Parece mentira, pero año tras año es lo mismo. Sabemos que es así, lo sabemos de sobra, pero aun con todo nos quejamos… por que nos gusta y nos hacemos los eternos sorprendidos del frío que hace y volvemos a romper silencios incómodos con un simple "¿Que frío hace hoy verdad?" Pero como decía mi abuelo,
y dice mi padre,
no hace frío, viene ya hecho.
Y se oye que ya empieza el invierno, pero no, aun no, dile al calendario que no venga con prisas, que aun es otoño, que apenas empieza a oler a castañas...
Empiezas a rascar cristales, a usar mil mantas, a tener los dedos morados al salir de casa, a perder sensibilidad en el 90% del cuerpo, a oler a nieve, a resbalar el suelo, a caer lluvia, a arrancar un poco antes porque si no el coche no anda, a ver mucha escarcha y poca gente por la calle, a contracturarte entera, a no querer salir de debajo de la ducha caliente por las mañanas, a buscar radiadores calientes en los que apoyarte, a gotearte la nariz, a sentarse en la baldosa caliente del baño, a quedar a tomar cafés y no derivar a la cerveza, a usar gorros, a tener los labios morados y partidos, a dolerte la cara, a oler a frío cuando alguien llega a casa de la calle... y no nos damos cuenta, pero el mundo está resplandeciente, todo parece de cristal y pedrería.
Y no os quejéis tanto copón, que el frío conserva y os mantiene tersos ;)